-¿Quién eres? ¿Qué es esto? -el chico se llevó el índice a los labios, ¿me estaba mandando callar?- Voy a llamar a los guardias.
-No. -alcé una ceja, así que sabía hablar. Me tomó de la muñeca, llevándome a la esquina contraria de la habitación, justo donde estaba el escritorio de madera que todos teníamos en nuestra celda.
-Ábrela. -Señaló la carpeta.
Quise llamar a seguridad, pero la continua mirada del muchacho ejercía en mí una presión insoportable que me hizo ceder y abrir la carpeta.
El interior no tenía nada que llamase mi atención especialmente, dentro solo había papeles llenos de letras. números y algunos mapas de la prisión en todos sus ángulos. Iba a cerrarla y llamar a seguridad cuando leí una palabra en uno de los papeles: fuga.
Fuga.
Ese extraño me estaba proponiendo fugarme de la prisión.
-¿Fugarnos? -Él asintió- ¿Cómo?
-¿Con el plan que hay en la carpeta? -sacó un lápiz del bolsillo del mono naranja, ese chico estaba lleno de sorpresas, a los del Módulo A no nos permitían tener lápices ni nada que tuviera punta, las cartas las redactaban los guardias, nosotros las dictábamos.
Las palabras que salieron de mi boca a continuación fueron espontáneas, ni siquiera las pensé.
-¿Qué posibilidades hay de que el plan de esa carpeta funcione? -El misterioso chico fijó de nuevo sus ojos en los míos, su mirada intimidaba.
-Hay un 97% de posibilidades.
-¿Y el otro 3%? -Un silencio se instaló entre nosotros. El chico humedeció sus labios.
-Fracaso. -dijo con obviedad.- No tenemos nada que perder.- Tenía razón, nosotros ya lo habíamos perdido todo, familia, amigos, todo.
Comentarios
Publicar un comentario